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Prácticas rurales en Torrijo de la Cañada

Última modificación
Mié , 25/10/2023 - 01:47

Torrijo de la Cañada, situado en el valle del río Manubles, es un pueblo que forma parte de la Comunidad de Calatayud. Alrededor de 200 habitantes están actualmente experimentando la renovación y modernización de sus servicios para los más pequeños. Bajo la dirección de Lorena Arroyo e Irene Fortea, se ha ampliado la gama de servicios para niños y adolescentes que la localidad ofrece, y han descubierto lo gratificante que es interactuar con los jóvenes locales. El Programa Desafío – Arraigo, suscrito entre la Universidad de Zaragoza y la Diputación Provincial de Zaragoza, ha llegado este verano a este paraje montañoso para aportar su granito de arena. 

Lorena Arroyo, historiadora con un máster en patrimonio cultural y en proceso de acabar el máster en profesorado, ha dedicado sus mañanas a "hacer algo bonito para el pueblo" y a combinar un trabajo que englobe todos sus estudios. Su objetivo ha sido brindar valor y emprender en actividades para los jóvenes de Torrijo, ofreciéndoles opciones para pasar sus días de verano. Fue entonces cuando decidió organizar una gymkana patrimonial, dado que los jóvenes que llegan de Zaragoza en los veranos no están familiarizados con la historia local. Esta gymkana ha sido muy significativa para Lorena, ya que es una forma de "preservar la historia del pueblo para el futuro y de concienciar a los jóvenes de que es necesario mantener todo lo que tenemos en Torrijo".

Es el segundo año consecutivo que Lorena ha estado en el Programa Desafío – Arraigo, ya que la primera vez “le fueron muy bien”. Al rotar por distintas áreas, ha llegado a comprender aún más a los jóvenes de su pueblo y considera "muy interesante entrar en sus mentes". Desea convertirse en su profesora de bachillerato en el futuro y ha visto cursar este programa como “una muy buena oportunidad” para tener un primer contacto con esta generación. Lorena lo tenía claro desde un principio. Quería preservar la historia de su pueblo. Dividió el trabajo en fases, creando pruebas, gymkanas, eventos y estableciendo una trama relacionada con códigos que permitiera a los jóvenes conocer la historia de cada monumento de Torrijo. Cada prueba, llevaba a otras pistas y estas se unían creando un hilo conductor hasta que se resolvía el misterio. 

“Es mi casa, este trabajo es ocio para mí”, comenta con entusiasmo. Le ha parecido muy valioso trabajar sobre el terreno y en su pueblo gracias a becas como esta. Desde su punto de vista, es esencial impulsar y expandir iniciativas como esta. Destaca que Torrijo de la Cañada fue el primer pueblo del valle en solicitar la beca y que este se ha convertido en un referente en cuanto a brindar estas oportunidades, en parte gracias a Yolanda Gimeno, quien ha promovido estas becas.

“Yo quiero ser profesora y seguir en el territorio. La pérdida de población se puede reducir”, recalca. Lorena aspira a ser profesora y permanecer en su comarca. Ella misma, siendo una "chica joven", ha contribuido activamente al desarrollo del pueblo y ahora la ven cómo una persona que ha estado “haciendo cosas por el pueblo”.

Para su compañera, Irene Fortea, que ha estudiado magisterio infantil, primaria y el máster en logopedia, este verano ha sido único. Ella decidió enfocar su carrera en la enseñanza y quería fortalecer sus habilidades como profesora y tener un primer contacto con la atención a los niños en un ambiente nuevo. Por ello, decidió quedarse en su pueblo y trabajar en la ludoteca.

“Cuando me sugirieron que cogiese esa beca y al haber estado cursando y no trabajar de forma activa, qué mejor que trabajar en mi pueblo con gente que conozco y lo que me gusta”, comenta. Su objetivo diario ha sido asegurarse de que los niños estuvieran bien, sociabilicen y participen en diversas actividades para fomentar la comunidad. A través de diferentes metodologías y tareas, ha buscado unir su labor con el amor por su pueblo y lo rural. Ha realizado diversas manualidades, pinturas, actividades para trabajar la motricidad, al aire libre y todo tipo de acciones que estuvieran relacionadas con conocer más de cerca Torrijo de la Cañada. Cada día ha sido un plan diferente con una temática distinta para que los niños no se aburriesen. 

En la ludoteca, ha cuidado normalmente a 25 o 30 niños y, a veces, Lorena le ha echado una mano. Tanto ella como Lorena esperan que estos niños sean los futuros impulsores de Torrijo de la Cañada y de que “tomen su relevo”. Irene y Lorena se han sentido valoradas en el pueblo. Ahora las reconocen, y siente un orgullo genuino por su contribución al pueblo y por atraer la atención de muchas personas, especialmente de las familias. Desde sus puntos de vista, sus funciones son “muy importantes”, ya que ellas han hecho que los niños fueran a la ludoteca para que fuera “un alivio para todos y los locales”. 

La implicación del ayuntamiento y el compromiso de estas jóvenes con Torrijo de la Cañada han revitalizado la comarca. Irene y Lorena han visto esta experiencia gratificante y acogedora como una oportunidad que “te puede abrir los caminos para trabajar”. Además, animan a otros a quedarse en los pueblos y aprovechar estas oportunidades únicas, ya que “la experiencia que van a tener respecto al trabajo y la vida es totalmente distinta a la que se esperan” y que en muchos casos es una “gran oportunidad” para quedarte en una empresa rural a corto o largo plazo.